A… como amor

Nota de la autora.- Este post lo escribí el 14 de febrero de 2014, cuando todavía el DSM5 no había entrado en nuestras vidas unificando los autismos en una sola categoría diagnóstica y eliminando el Síndrome de Asperger como tal. En aquel tiempo el colectivo asperger se identificaba como grupo independiente y buena parte de ellos se refería a sí mismos como ‘aspies’. Este término parecía quitar hierro a la percepción del lado ‘trágico’ del autismo y lo alejaba de las connotaciones de enfermedad, trastorno y dificultad que se manejaba y debo decir que aún se maneja aunque quiero pensar que en menor medida. En recuerdo de todos los aspies de entonces y los autistas de ahora y para preservar el acróstico que guiaba el post no he cambiado su contenido. Tampoco doy tanta importancia a las etiquetas.


A como amor

S como sorpresa

P como pasión

I como indiferencia

E como end, The end


Foto: pixabay

A… como amor

Complicado esto del amor para el ser humano. Complicado para el que es distinto, y más complicado aún para quien siéndolo no sabe que lo es.

Esto de querer o no querer, percibo yo que es, para la mayoría de las personas, un vaivén a veces calmado y a veces violento e incluso en ocasiones con tintes de tragedia. No suele ser así para mí. Querer es una decisión y un compromiso que se adquiere. No querer es también una decisión y otro compromiso que se adquiere. Todo dentro del engranaje de la maquinaria vital. Esto no quiere decir que utilice al otro y me deshaga de él tras el uso. Un autista como yo entiende el compromiso con un sentido tan firme que difícilmente abandonará a nadie con quien se haya comprometido. Simplemente eso casi nunca pasa.

¿Cuál es la diferencia? ¿Por qué un autista asperger rompe relaciones y las sustituye?

Precisamente por el concepto de compromiso. Si yo pienso en enlazarme a alguien, este concepto lleva, como la cola de una cometa, papelillos de colores con un variado clausurado personal, que yo cumplo al pie de la letra y que espero sea cumplido de igual modo. A veces, cuando la vida no nos es propicia esos papelillos se van cayendo y deshaciendo en el aire. Y llega el momento en el que levantas los ojos al cielo y encuentras que la cometa de tu amor ya no tiene la brillante cola de colores. Sin ella, sin esos compromisos como guía y refuerzo, no tiene sentido que siga en el aire. Es el momento de recoger la cuerda y admitir que aquello que era ya no existe. Entonces, si no existe el compromiso, ya no hay relación, y por tanto, nada que temer, nada por lo que llorar, ni nada que desear. Es hora de pensar que el momento de amar ha terminado. Llegará otro, o no. Eso no importa. Lo verdaderamente importante es saber que no hay que temer al futuro ni tampoco al pasado. El presente centra tu atención porque es la verdadera realidad.

Si eres un neurotípico enlazado a un asperger, tómate tiempo para leer una a una todas las cláusulas de tu compromiso de pareja, entiende que tu compañero no las considerará fruto de un momento irreflexivo y que las cumplirá una a una y día tras día mientras tú lo hagas. La lealtad en un autista viene inscrita en su gen más esencial. Nunca traiciones su confianza y nunca dejarás de tener en él o ella el mejor compañero para tu viaje vital.

S… como sorpresa

Cuando estás inmerso en tu rutina y en tu organizada vida interior, la llegada del enamoramiento (el germen del amor), por más que deseado, no deja de ser una sorpresa. Yo creo que no se planifica, y un buen día te encuentras con que un detalle en alguien que tienes al lado, o con el que te acabas de cruzar, te hace decidir que esa es la persona que va a entenderte. Diferente al resto del mundo, tuyo para siempre y por siempre. El detalle a veces es incongruente. Para mí, en mis sucesivas parejas fue:

1.- habla francés

2.- es mi mejor amigo

3.- pregunta en las tiendas

4.- me quiere y me produce emociones

Ni que decir tiene que hubo desencuentros y momentos maravillosos en todas mis relaciones, creo que como en las de cualquier otra persona.

Tal vez habrá quien me tache de irresponsable, o de imprudente, por unir mi vida a personas basándome en tan fútiles motivos. No he dicho, relea el querido lector el párrafo, que me entregara a una relación con solo uno de esos sorprendentes parámetros de atracción. Lo que intento explicar es que el detalle más nimio es el que puede hacer a un asperger que se fije en otra persona. Muchas veces ese detalle tiene poco que ver con las emociones románticas y mucho más con la praxis, la funcionalidad y oportunidad de la relación o simplemente la asociación con uno de los intereses intensos del momento.

Después empezará un proceso de análisis subjetivo en el que se encontrarán sin duda razones adaptadas a la mente del neurotípico, que avalen su decisión, y con esa tranquilidad en la mente se pasará a la siguiente etapa.

P… como pasión

Pasión absoluta, desmesurada, al margen incluso del otro. Pasión que lleva a abandonar vidas y bienes, razones y razonamientos, en pos de lo que para uno se revela como el centro único de la existencia.

¡Eureka!. Al fin un punto de encuentro en el comportamiento del enamorado asperger y el neurotípico. ¿Cómo y por qué?

  • Porque ambos centran su exclusiva atención en un proyecto, el amatorio, dedicando con capacidad de concentración desconocida, el 100% de su existencia a ese objetivo.
  • Porque ante cualquier discrepancia encuentran razonamientos lógicos que avalan su posición, porque por primera vez en su existencia (y cada enamoramiento es una primera vez), nuestro neurotípico enamorado, sufre ceguera social, ya que sólo tiene ojos para su amor.

Desconozco si esto responde a una reacción hormonal que nos asemeje a todos, si es el efecto sobre el cerebro de la oxitocina, la testosterona, o simplemente Cupido que nos susurra al oído. Lo apunto por si esto, que a mí me parece una evidencia, pudiera tener una lógica científica o similar. Poco me importa, he de decirlo. Porque sólo en los momentos de la pasión, del punto álgido del enamoramiento he deseado la cercanía social y sólo en momentos paralelos en mis seres cercanos, he entendido su lenguaje. En estos momentos de desmesura, todos nos entendemos… Por un tiempo.

I… como indiferencia

El desamor. Tan universal como el amor. Tal vez lo mismo.

Tras el enamoramiento y la pasión sólo caben dos cosas: el amor o el desamor. Todos los seres humanos han sufrido uno y otro a lo largo de su existencia. Expliqué al inicio de este capítulo cuán consciente era el amor para un asperger y con cuanta consciencia se daba por terminado. Esto a mí me parece una gran ventaja  porque mitiga en cierta medida el dolor inevitable que va unido a la pérdida.

Nunca olvidaré la frase de mi primer marido, al límite del desconcierto y los reproches, cuando me dijo. «Por lo que más te odio es por tu indiferencia». Han pasado treinta años y sigo sin entender por qué me odiaba ya que yo nunca pretendí ser indiferente. Simplemente él había dejado de ser el sujeto de mi interés y había vuelto al mundo de los humanos-objeto. Ya no le percibía. Esto se ha repetido una vez tras otra en mis rupturas. Para mí, desde el punto de vista egoísta, creo que esta ceguera que me afecta es una gran ventaja porque me impide añorar, sentirme culpable e incluso sensibilizarme ante un dolor en el otro, que sinceramente no puedo ver. En mi descargo diré que tengo una relación cordial y afectuosa con mis ex-parejas, sin rencores, sin reproches y con cierto buen humor no exento de ironía al rememorar nuestro tiempo juntos.

¡Qué fácil salida! ¡Maravillosa excusa para dejar en la estacada a alguien! Me dirán. A veces me asalta esa sospecha. Sin embargo, si algo es inevitable, qué necesidad hay de recrearse en el dolor de la pérdida propia y del otro, haciendo ese esfuerzo consciente de empatía inútil cuando tu propia mente te permite seguir adelante con un umbral de sufrimiento más bajo que el de la mayoría. Tal vez algún día piense en sentirme mal por ello. Pero no será hoy.

E… como end , The end

Me gustaría dirigir este final a los autistas que han sufrido  el final de una relación y pedirles que pongan su mano en el corazón, actúen con la lógica que les caracteriza y recuerden con qué sensación de paz se recupera la individualidad y la rutina organizada. Tras la tempestad, llega la calma. Eso sí deseando que una nueva tempestad infle las velas de nuestro barco. Como así será. En cualquier momento.

Quiero dedicar este post a mi marido, Rubén, con quien he sentido por primera vez emociones, algunas buenas y otras terriblemente dolorosas, y quien cuando quiso pensar con mi cerebro me dibujó con estas palabras:

 Tu realidad es otra, todo lo ves en colores: las personas, las cosas; lo bueno, lo malo, lo bonito y lo feo. No entiendes a las personas, el tiempo es relativo para ti. Sufres, piensas y eres feliz en tu propio idioma: el idioma de los colores.

Tu mente es un laberinto, todo en superlativo.

Aunque no sientas, pienses o te expreses como yo, no eres ni mejor ni peor, simplemente eres diferente.

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